Esta es la absurda frase con la que se suelen presentar los propietarios de los perros cuando detectan que su presencia nos infunde, por lo menos, respeto y precaucion.
Cuando al otro lado de la correa hay un perro pequeño, que no tiene que ser necesariamente inofensivo, podemos pensar que dentro de lo malo, su boca es, relativamente, pequeña, y que dado el tamaño del animal, podemos, por lo menos, sujetarlo.
Pero, ¿que pasa cuando el animal es un bulldozer con fauces?
Por regla general, todos sabemos de la existencia de normas para tener perros, pero... ¿cuantos las conocen realmente?. Se supone que los propietarios de los perros serian los primeros en estar obligados, pero lejos de ello, no solo las desconocen, sino que las ignoran.
La obligacion de llevar correa, bozal, zonas prohibidas, recogida de excrementos, asi como las condiciones fisicas y psiqicas de los propietarios son incumplidas bajo el presunto "derecho" del animal, que en muchos casos llegan a comparar con el derecho de UN NIÑO/A en lo que podemos considerar una aberracion que dice el tipo de mentalidad del individuo que se hace llamar propietario.
Por otro lado, tendemos a decir que "el perro es el mejor amigo del hombre",basandonos en su capacidad para obedecer nuestras ordenes, lo cual deja mucho que desear del sentido que tenemos de la "amistad".
Los propietarios de perros de raza peligrosa, que los suelen ser por sabedores del rechazo que crean en la sociedad acostumbran a defender su actitud con argumentos como "la mala imagen", "un yorkshire es mas peligroso", "las estadisticas dicen que...", "mas daño hace el trabajo(?)" y otros argumentos de igual peso.

viernes, 21 de enero de 2011

Gijón

Domingo 17 de Marzo de 2002  El juzgado número tres de Gijón tiene desde hace tiempo toda la documentación relativa a Drago. Ya arrastraba dos denuncias, pero el pasado sábado reincidió. Como cualquier yonqui de barrio más. Sólo que Drago no es un chorizo de medio pelo. Drago es un perro, un macho de pit bull terrier de cuatro años y con el pelo oscuro. El pasado sábado se abalanzó sobre Gumersindo Álvarez, un anciano de 80 años que se encontraba segando la hierba en la zona rural de La Coría, en Gijón. Tras más de dos horas de intervención quirúrgica en el Hospital Central de Asturias en las que le tuvieron que poner ocho bolsas de sangre y plasma, a Álvarez hubo que amputarle los dos brazos. Después de haberse quejado en más de una ocasión de los perros de su vecino, Sindo, que así le conocían en La Coría, se convertía en la decimoquinta víctima de un pit bull en España en los últimos 20 meses.

«Lo que vi fue espantoso», recuerda José Luis Álvarez, el hijo de la víctima que le llevó al hospital. «Mi padre estaba desangrándose; sus brazos eran músculos y piel colgando. Ya no podía ni gritar».

Fuertemente sedado, Sindo tardó cinco días en recuperar la consciencia.Cuando lo hizo aseguró a sus familiares que no sólo Drago como había trascendido inicialmente, sino hasta tres pit bulls se lanzaron brutalmente sobre él y comenzaron a morderle.

Tanto Drago como los otros dos animales son propiedad de José Manuel N. M., el dueño de la casa contigua a la finca en la que Álvarez estaba segando. Contra lo que establece la normativa municipal, ninguno de los tres perros estaba registrado en el censo de animales potencialmente peligrosos y ahora están en la perrera municipal a la espera de que un juez decida qué se hace con ellos. El dueño, que se puso en contacto con la familia Álvarez el mismo sábado, les hizo saber que sacrificaría a los animales en cuanto obtuviese la autorización judicial. 

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